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Artı´culo especial

La experimentacio´n animal y el progreso de la medicina Animal experimentation and progress in medicine Joan M.V. Pons a,b,*, Gaieta` Permanyer-Miralda a,b,c, Jordi Camı´ d y Joan Rode´s e a

Age`ncia de Qualitat i Avaluacio´ Sanita`ries, Barcelona, Espan˜a Centro de Investigacio´n Biome´dica en Red de Epidemiologı´a y Salud Pu´blica, Barcelona, Espan˜a Me´dico eme´rito, Unitat d’Epidemiologia,Servei de Cardiologia, Hospital Universitari Vall d’Hebron, Barcelona, Espan˜a d Fundacio´ Pasqual Maragall, Barcelona, Espan˜a e Institut d’Investigacio´ Sanita`ria IDIBAPS, Hospital Clı´nic, Barcelona, Espan˜a b c

´ N D E L A R T I´ C U L O INFORMACIO

Historia del artı´culo: Recibido el 30 de enero de 2014 Aceptado el 6 de marzo de 2014 On-line el xxx

Introduccio´n Se atribuye al me´dico Erası´strato de Alejandrı´a (304-250 a. C.) el uso de animales de experimentacio´n para el estudio de los humores corporales. Galeno (129-200 d. C.), utilizando cerdos, establecio´ el canon que perduro´ hasta el Renacimiento. Francis Bacon (1521-1626), William Harvey (1578-1657) y Rene´ Descartes (1596-1650) experimentaron con animales, y del u´ltimo se deriva la concepcio´n de que los animales son como ma´quinas, incapaces de pensar o percibir dolor1. Dos fisio´logos franceses, Franc¸ois Magendie (1783-1855) y Claude Bernard (1813-1878), establecieron los fundamentos de la experimentacio´n animal para estudiar las funciones corporales. Claude Bernard, padre de la medicina experimental2, denigraba la naciente ciencia estadı´stica y dudaba que la teorı´a de la evolucio´n pudiera someterse a experimentacio´n. La u´nica ciencia posible de la vida, decı´a, ha de ser determinı´stica. De ahı´ su repulsa a la medicina sustentada en la observacio´n y la comparacio´n. La indeterminacio´n no conoce leyes, y sin leyes, no hay ciencia. Para Bernard, si toda materia viva sigue las mismas leyes fisiolo´gicas, los experimentos en animales han de dar lugar a verdades aplicables a los humanos3. Fue en el siglo XIX, con la anestesia (1842/1847) y las te´cnicas quiru´rgicas, cuando la experimentacio´n animal inicio´ su ascenso, surgiendo los movimientos antiviviseccionistas y las primeras regulaciones en la experimentacio´n con animales: la ley contra la crueldad con los animales en el Reino Unido (1876)1. Siendo

* Autor para correspondencia. Correo electro´nico: [email protected] (Joan M.V. Pons).

abundante a partir de entonces la literatura e´tica y filoso´fica1,4, y persistiendo la controversia, se debe reconocer el esfuerzo del Nuffield Council of Bioethics para alcanzar un compromiso entre las partes5. La mayor parte de los paı´ses tienen normas sobre la experimentacio´n animal, como es la directiva europea y su transposicio´n6. Definen la composicio´n y funciones de los comite´s e´ticos de experimentacio´n animal (CEEA) y suelen contemplar el registro en el uso de animales y su cuidado, la tipologı´a y evaluacio´n de proyectos, ası´ como los principios que deben inspirar la experimentacio´n: reemplazo, reduccio´n y refinamiento (las 3 erres)7. Las legislaciones sobre las especies difieren: mientras que la legislacio´n americana no incluye roedores y pa´jaros7, la europea incorpora incluso nuevas especies como los cefalo´podos, primer grupo de invertebrados incluido. Distintas instituciones han resaltado la importancia de la investigacio´n en animales para la resolucio´n de problemas me´dicos7,8. Numerosos ejemplos ilustran estos beneficios: insulina (perros), transfusiones (diversos animales), vacuna contra la polio (primates no humanos), cirugı´a, marcapasos y trasplante cardı´aco (perros, cerdos), etc. Mu´ltiples especies animales han contribuido al bienestar humano, por no mencionar la ganaderı´a. Este trabajo surge de la crı´tica formulada a la tan repetida letanı´a de que «pra´cticamente todos los logros me´dicos del pasado siglo han dependido, directa o indirectamente, de la investigacio´n en animales»9. El riesgo de generalizaciones como esta es que de una atribucio´n a posteriori se pase a una a priori (no hay progreso me´dico sin investigacio´n ba´sica y de laboratorio). Es incuestionable que el conocimiento de la fisiologı´a humana ha derivado en gran medida de modelos animales10. Pero la pregunta que aquı´ se formula es co´mo deben considerarse, independientemente de

http://dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2014.03.021 ˜ a, S.L. Todos los derechos reservados. 0025-7753/ß 2014 Elsevier Espan

Co´mo citar este artı´culo: Pons JMV, et al. La experimentacio´n animal y el progreso de la medicina. Med Clin (Barc). 2014. http:// dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2014.03.021

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prejuicios de valor, la validez y relevancia clı´nica de la experimentacio´n animal actual sobre fisiopatologı´a y terape´utica ˜ an los estudios en animales humana. Es decir, que´ papel desempen en el panorama de la investigacio´n biome´dica de nuestros dı´as. En el presente trabajo no se consideran los estudios toxicolo´gicos en animales, cuya utilidad obedece a otros criterios y con una normativa bien definida. La premisa de que los datos obtenidos de la experimentacio´n animal son predictivos de los resultados en humanos constituye la base de su amplio uso en la evaluacio´n de potenciales agentes terape´uticos u otras intervenciones clı´nicas. Sin embargo, tan solo entre un 11-20% de los fa´rmacos que se investigan clı´nicamente acaban comercializa´ndose, y solo un 2-5% de los resultados prometedores de una investigacio´n preclı´nica pasan a ser evaluados para uso humano11,12. Esto se atribuye, en parte, a la falta de replicacio´n en humanos de la experimentacio´n animal. Parece, pues, legı´timo preguntarse hasta que´ punto la experimentacio´n animal es fuente primordial de conocimiento me´dico, si lo es todavı´a, si ha dejado de serlo o si lo es cada vez ma´s. En la experimentacio´n animal interesa conocer, como en todo tipo de investigacio´n biome´dica, la validez interna y la validez externa. La primera implica la adopcio´n de me´todos para que en el ˜ o y la realizacio´n del estudio se elimine la posibilidad de disen introducir sesgos. La segunda refleja la medida en que los resultados de la experimentacio´n animal pueden generalizarse a la condicio´n humana. En este caso, la validez se debe determinar especı´ficamente para cada enfermedad13. Para una valoracio´n adecuada del uso de animales en la investigacio´n biome´dica hay que situarla en el contexto general de esta. Hacia do´nde va la investigacio´n biome´dica?

?

La investigacio´n biome´dica se situ´a en el denominado cuadrante de Pasteur, pues aun pudiendo tener un cara´cter ba´sico, se inspira en su futura utilidad y ası´ se diferencia de la exclusivamente fundamental (Niels Bohr como ejemplo) o la dirigida a un uso pra´ctico y mercantil (Thomas Edison)14. La revolucio´n de la biologı´a molecular del siglo XX intensifico´ la visio´n de que la generacio´n de conocimiento seguı´a un proceso lineal, unidireccional: del laboratorio y la experimentacio´n animal a su aplicacio´n tentativa en humanos (ensayos clı´nicos), y, segu´n resultados, su generalizacio´n posterior (from bench to the bedside). Esto ha conducido a un desequilibrio creciente15, tanto en la distribucio´n de los recursos como de los investigadores16. Diversos observadores10,17–19 destacan, en las u´ltimas de´cadas, la existencia de un alejamiento de la investigacio´n biome´dica de sus motivaciones ma´s directamente clı´nicas. La consecuencia es la apertura de una brecha entre el conocimiento que surge y su aplicacio´n clı´nica, proponie´ndose la investigacio´n traslacional para cruzar dicho valle de la muerte20. Cuando investigadores biome´dicos ba´sicos solicitan proyectos y recursos argumentan a menudo que el valor de los mismos se basa en que dicha investigacio´n, gran parte en modelos animales, predice los resultados en humanos y de ahı´ las futuras aplicaciones. Esta suposicio´n puede ser cierta en ocasiones, y no hay duda de que ˜ alar los potenciales beneficios me´dicos puede servir para el sen atraer fondos y respaldo social. Pero sin dejar de ser esto una asuncio´n, supone un menoscabo del valor del conocimiento de por sı´21. Hay razones10,17 para suponer que mucha de la investigacio´n ba´sica actual ha centrado sus objetivos en la validacio´n de hipo´tesis alejadas de la probable obtencio´n de conocimiento significativo para la comprensio´n de la fisiopatologı´a o los avances en salud19. ˜ a, y hasta que la bonanza econo´mica se termino´, el En Espan gasto interno en I + D (pu´blico y privado) y el nu´mero de centros de investigacio´n e investigadores crecieron hasta alcanzar un ma´ximo de 14.701,4 millones de euros (2008) y 134.653 investigadores en

600.000 481.860

500.000 389.674

400.000 300.000 213.302 200.000 121.614 100.000 0 2002

2005

2008

2012

Figura 1. Nu´mero de animales utilizados en estudios de biologı´a fundamental en ˜ a. Espan

equivalentes a jornada completa (2010), lo que supone, respecto a 2002, un incremento del 136 y el 61,6%, respectivamente22. Aunque no hay datos fidedignos del porcentaje correspondiente a la investigacio´n biome´dica, puede ser indicativa la tendencia observada en el uso de animales de experimentacio´n. Sin considerar otros usos, el nu´mero de animales utilizados en estudios de biologı´a fundamental se ha incrementado en un 296% entre 2002 y 2012 (fig. 1)23, siendo el aumento generalizado en las distintas enfermedades (fig. 2). Este gran incremento se debe al aumento en el uso de roedores, ratones especialmente, y peces (fig. 3). El aumento en los primeros se explica por la generacio´n de ratones transge´nicos. Los peces, por su parte, y el pez cebra en particular por su transparencia, constituyen el modelo ma´s en boga en el estudio de la biologı´a del desarrollo. En el conjunto de paı´ses europeos se ha registrado parecido incremento24, si bien entre 2008 y 2011 se observa una reduccio´n en el uso global de animales, no ası´ para peces, y mı´nimo para ratones25. Dicho incremento, relacionado con mamı´feros u ovı´paros ˜ os, supone un impacto en los animalarios y en cuanto a pequen recursos econo´micos. En EE. UU., el coste de un rato´n consanguı´neo esta´ entre los 17 $ y 60 $; cepas mutantes van desde los 40 $ hasta ma´s de 500 $. Si provienen de material criopreservado, pueden costar 1.900 $, y si es por encargo, transge´nicos a la carta, pueden llegar a los 3.500 $26.

Validez interna de la experimentacio´n animal La falta de replicacio´n en humanos de los estudios en animales se explica en parte porque muchos de estos experimentos esta´n ˜ ados, realizados y analizados27,28. Estudios recientes mal disen revelan los importantes de´ficits cualitativos de mucha de la investigacio´n animal. Ası´, la ma´s reciente y amplia revisio´n29 mostraba que tan solo un 59% de los estudios explicitaban la hipo´tesis o el objetivo del estudio, y el nu´mero y caracterı´sticas de los animales. La mayorı´a de los trabajos no eran aleatorizados (87%) o cegados (86%), con lo cual la seleccio´n y evaluacio´n de resultados quedaba en entredicho. Los resultados favorables a la intervencio´n experimental son ma´s comunes en los estudios no aleatorizados ni enmascarados30. La estimacio´n de la muestra influye en la deteccio´n del efecto (si realmente existe) y en el ˜ o experimental uso del nu´mero mı´nimo de animales. El disen que minimice sesgos tiene implicaciones en la solidez de los resultados y en la idoneidad con la que los estudios en animales puedan trasladarse a ensayos clı´nicos29. No es raro observar que en los trabajos sobre experimentacio´n animal dejen de comunicarse datos sobre el me´todo seguido que impiden el examen de la validez o su replicacio´n28.

Co´mo citar este artı´culo: Pons JMV, et al. La experimentacio´n animal y el progreso de la medicina. Med Clin (Barc). 2014. http:// dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2014.03.021

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200.000

184.839

173.202

180.000

3

160.000 140.000 114.345

120.000

2002

100.000

2005

80.000

2008

60.000 41.820

39.252

40.000 4.206

20.000

2012 19.889

10.322

0 Neurologíamental

Cardiovascular

Cáncer

Otras enfermedades

˜ a en experimentos para estudios sobre enfermedades humanas. Figura 2. Nu´mero de animales utilizados en Espan

Donde posiblemente ma´s se ha evaluado la presencia de sesgos en la experimentacio´n animal ha sido en los estudios de sustancias neuroprotectoras en el ictus isque´mico agudo13. Una revisio´n reciente (54 estudios de 10 fa´rmacos distintos) mostraba la baja calidad de muchos de los estudios publicados31. Los de´ficits tambie´n estaban presentes en otras enfermedades, como la insuficiencia cardı´aca, la lesio´n cerebral trauma´tica, el sı´ndrome de distre´s respiratorio, la osteoporosis, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis mu´ltiple y la esclerosis lateral amiotro´fica13,28. Se requieren revisiones sistema´ticas para establecer mejor ˜ o y evaluar la calidad de las insuficiencias metodolo´gicas o de disen la evidencia cientı´fica de los datos con animales32,33. Los ˜ ar o iniciar investigadores deberı´an disponer, antes de disen un nuevo experimento, de una revisio´n sistema´tica de la experimentacio´n animal realizada en el campo de intere´s, evitando ası´ la innecesaria replicacio´n y malbaratamiento34. Un obsta´culo importante hace referencia al sesgo de publicacio´n. En la investigacio´n animal la publicacio´n de resultados negativos es sorprendentemente baja13,35. Una revisio´n de

intervenciones farmacolo´gicas en el ictus isque´mico agudo mostraba que un 16% de los estudios no se habı´an publicado, y que la sobrestimacio´n relativa de la eficacia llegarı´a a un 31%. Solo un 2,2% de las publicaciones mostraban resultados no significativos36. Una encuesta entre investigadores que trabajan con animales reflejaba que solo la mitad de los estudios son publicados, lo cual implicaba una sobrestimacio´n de la eficacia. La ausencia de significacio´n estadı´stica era la causa ma´s frecuente de no publicacio´n37. Otro estudio que recogı´a metaana´lisis de experimentacio´n animal y en distintas enfermedades neurolo´gicas encontro´ un predominio de significacio´n estadı´stica a favor de la intervencio´n experimental, siendo au´n mayor al examinar los estudios metodolo´gicamente ma´s de´biles. Este sesgo de publicacio´n podrı´a explicar las discrepancias entre los estudios con animales y los ensayos en humanos38. Semejante a la colaboracio´n Cochrane, pero posterior, existe una iniciativa para mejorar y recoger las revisiones de los estudios experimentales: Collaborative Approach to Meta Analysis and Review of Animal Data in Experimental Studies – CAMARADES–39. Ası´ como las guı´as CONSORT mejoran la

395.921 268.703

Ratones

130.339 88.362 41.131 63.513 51.885 26.732

Ratas

2012 2008 2005 2002

30.185 52.521 28.349 4.444

Peces

0

50.000 100.000 150.000 200.000 250.000 300.000 350.000 400.000 450.000

˜ a. Figura 3. Nu´mero de ratones, ratas y peces utilizados en estudios de biologı´a fundamental en Espan

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presentacio´n de los ensayos clı´nicos, tambie´n se han indicado unas ˜ o y la publicacio´n de la recomendaciones para mejorar el disen experimentacio´n animal: Animal Research: Reporting In-vivo Experiments –ARRIVE–33,40,41. Igualmente, se ha propuesto una lista de verificacio´n para mejorar la calidad en la experimentacio´n animal que incorpora las 3 erres y facilita la realizacio´n de revisiones sistema´ticas. No deja de sorprender que los autores y expertos que elaboran este listado, al cotejar su propuesta con los requisitos para los autores de diferentes revistas cientı´ficas, constaten que aquellas con mayor factor de impacto sean las menos exigentes42. La validez externa: del laboratorio a la cabecera del enfermo Existen diversos me´todos para aproximar el impacto de la investigacio´n en animales a las innovaciones diagno´sticas o terape´uticas en humanos: ana´lisis histo´ricos y estudio de casos; ana´lisis de citaciones en la literatura me´dica; encuestas entre investigadores; y revisiones sistema´ticas sobre la investigacio´n en animales y su congruencia con los ensayos clı´nicos43. Se ha examinado la calidad y validez externa de los artı´culos con ma´s de 500 citas en 7 de las ma´s importantes revistas cientı´ficas. De los 76 intervenciones, todas con resultados positivos, 28 (37%) fueron replicadas en ensayos clı´nicos (de las cuales 8 fueron aprobadas para uso en pacientes), en 14 (18%) los estudios en humanos contradecı´an los estudios experimentales, y 34 (45%) nunca fueron evaluadas clı´nicamente. Ni la calidad metodolo´gica ni el tipo de enfermedad o tratamiento predecı´an una futura aplicacio´n humana, y solo los estudios de dosificacio´n mostraron mayor probabilidad de traslacio´n44. Una revisio´n de la concordancia entre estudios en animales y en humanos de 6 intervenciones terape´uticas mostraba similares resultados solo en 345. Otro estudio que revisaba 6 intervenciones especı´ficas en animales mostraba que no solo habı´a marcadas insuficiencias metodolo´gicas, sino tambie´n que dicha investigacio´n no habı´a sido u´til para informar la salud humana43. En una revisio´n de revisiones (incluidas algunas de las referidas), su autor abogaba por la prohibicio´n del uso de modelos animales que carezcan de datos cientı´ficos sobre utilidad humana46. El mismo autor recogı´a en otra publicacio´n 20 revisiones sistema´ticas, de las cuales solo en 2 los modelos animales demostraban una utilidad significativa en el desarrollo de intervenciones clı´nicas47,48. No obstante, no tienen el mismo alcance un artı´culo en el BMJ43,45, una carta en el JAMA44 o una revisio´n en la revista Alternatives to Laboratory Animals46,48. Estudios de casos han ilustrado las limitaciones de los modelos animales para establecer la seguridad de un producto. Como ejemplo, la reciente experimentacio´n con un anticuerpo monoclonal en el tratamiento de la artritis y en la que, a pesar de la ausencia de efectos secundarios en ratones, ratas y macacos, los 6 voluntarios sanos tuvieron graves complicaciones. Distintos antiinflamatorios no esteroideos, con un buen perfil de seguridad en animales, han sido retirados por sus efectos adversos en humanos46. No hace falta recordar el caso de la talidomida, cuyas consecuencias llevaron a una mayor exigencia en la evaluacio´n de la seguridad, aunque sus efectos teratoge´nicos en otras especies se han inducido solo ocasionalmente49. La realizacio´n de estudios preclı´nicos de toxicidad en animales supone una necesidad que asume esas limitaciones a falta de un mejor me´todo, y que, aun satisfecha, no impide que muchos efectos adversos significativos sean descubiertos solo cuando el fa´rmaco se administra a gran escala. La experimentacio´n animal presenta de´ficits notables y es curioso constatar que solo recientemente se propongan iniciativas para su mejora. Tanto la revista Nature28 como Science50 se hacı´an eco de esta imperiosa necesidad. De otra forma, la asuncio´n de

congruencia entre la experimentacio´n animal y la humana no se justifica, pudie´ndose cuestionar las cantidades de dinero destinadas a la investigacio´n en modelos animales10. Resulta llamativo el eco que la experimentacio´n animal recibe en medios de comunicacio´n, donde figura como punta de lanza del progreso me´dico. No cabe duda de que la experimentacio´n animal ha sido decisiva para este, pero es muy probable que la escasa replicacio´n de muchos de sus resultados en el ser humano conduzca con frecuencia, incluso con rigor metodolo´gico, a esfuerzos baldı´os14. Modelos, prediccio´n y complejidad Se entiende por modelo aquella representacio´n o descripcio´n que muestra la estructura o funcio´n de un objeto, sistema, o incluso concepto, sobre el cual no se puede intervenir directamente. Un modelo animal es un organismo vivo en el que se puede estudiar el feno´meno de intere´s y este tiene semejanzas, en algunos aspectos, con el feno´meno presente en el animal diana. Los modelos animales, en general mamı´feros u otros vertebrados, permiten estudiar los sistemas biolo´gicos y las enfermedades de una forma que no es realizable en los humanos; hipo´tesis especı´ficas y terape´uticas experimentales pueden ser evaluadas dentro de unos lı´mites e´ticos51. Entre los modelos animales de ma´s e´xito se citan las afecciones por deficiencias endocrinas y aquellas enfermedades infecciosas compartidas entre distintas especies7,10. Nadie cuestiona la aportacio´n de la investigacio´n animal en el desarrollo de vacunas y tratamientos de mu´ltiples enfermedades infecciosas. Sin embargo, hay casos de persistente discrepancia, y sirva de ejemplo el fracaso en la bu´squeda de una vacuna contra el virus de la inmunodeficiencia humana41. En el caso de los neuroprotectores en modelos animales de ictus, se han mencionado mu´ltiples factores para explicar el fracaso traslacional (tabla 1)52. Sin menoscabar el papel de la experimentacio´n animal en el desarrollo de las terape´uticas oncolo´gicas dirigidas a dianas moleculares especı´ficas, el factor ma´s determinante de e´xito en su traslacio´n a los humanos, ma´s que el tipo de modelo (celular, xenotrasplante, transge´nico), es que los modelos tumorales compartan la misma firma gene´tica que el tumor clı´nico53. Es en el a´mbito de la Oncologı´a donde es mayor la tasa de fracasos de los ensayos clı´nicos, tal vez por el gran nu´mero de mole´culas con una validacio´n preclı´nica subo´ptima que pasan a la experimentacio´n humana53. Esta situacio´n recuerda la de la ˜ os. investigacio´n clı´nica de hace 50 an La historia de la biologı´a es la historia de la bu´squeda del modelo animal u organismo ma´s apropiado para responder a la cuestio´n planteada54. Distintos modelos animales han facilitado la resolucio´n de distintas inco´gnitas. Valga de ejemplo la elegancia de los experimentos con Aplysia, un molusco, para establecer las bases neurofisiolo´gicas de la memoria55. Sin embargo, la ciencia biolo´gica no puede tener la capacidad predictiva de la fı´sica o la quı´mica, a pesar de los ingentes esfuerzos para establecer explicaciones mecanicistas u´nicas y universales de los feno´menos biolo´gicos49. Si se pone e´nfasis en la medicina personalizada al reconocer las enormes variabilidades interindividuales en la respuesta a las enfermedades o a los fa´rmacos, parece ilo´gico inferir que se puedan encontrar en otras especies modelos animales que predigan con certeza la respuesta que determinados tratamientos tendra´n en humanos49,56. Para algunos, las diferencias entre especies son cuantitativas, solo de grado. Constituye una visio´n que parece ignorar los efectos de la evolucio´n biolo´gica y el hecho de que los animales son organismos complejos. La divergencia evolutiva muestra que ningu´n organismo modelo, sea un gusano (Caenorhabditis elegans), un rato´n o un primate superior, puede reiterar el fenotipo humano. Esto no implica que no pueda haber alguna correlacio´n terape´utica

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Tabla 1 Razones esgrimidas del fracaso traslacional de neuroprotectores en el modelo animal Modelo seleccionado

Seleccio´n aneste´sica Monitorizacio´n fisiolo´gica Criterios sobre el modelo Lesio´n por reperfusio´n A´rea de infarto Ventana terape´utica Penetracio´n del fa´rmaco Concentracio´n sanguı´nea Evaluacio´n de resultados

Diferencias entre especies en la tolerancia a la hipoxia, capacidad regenerativa, procesos de transcripcio´n y metabolismo. Roedores jo´venes y sanos, sin morbilidades o factores de riesgo (hipertensio´n, diabetes, dislipidemia, tabaquismo, alcoholismo). Exclusio´n de hembras para evitar interferencias del ciclo hormonal Aneste´sicos con accio´n neuroprotectora y tiempo de exposicio´n a los mismos Flujo sanguı´neo cerebral en funcio´n de la presio´n de perfusio´n, y esta, de la presio´n arterial. Efecto neuroprotector de la hipotermia. Efectos de la dilucio´n y del pH Forma de generar la oclusio´n arterial, arteria afectada, grado de bloqueo. Diferencias entre embolia y trombosis en las arterias cerebrales Reversibilidad de la isquemia en el modelo animal de reperfusio´n En la corteza cerebral en los modelos animales, mientras en humanos es a menudo en la sustancia blanca, lo cual influye en los resultados. La neuroproteccio´n ha de ser efectiva tanto en infartos corticales como subcorticales Administracio´n antes o inmediatamente despue´s del bloqueo arterial o ma´s tardı´amente. Importancia de la penumbra isque´mica y del perı´odo de tiempo hasta completar diagno´stico (pruebas de imagen en humanos) Concentracio´n del fa´rmaco en el cerebro (medida en lı´quido cefalorraquı´deo o por PET). Papel de las proteı´nas transportadoras Dosis efectivas (en animales y en humanos) y toxicidad. Vı´a de administracio´n A´rea de infarto como variable de resultado intermedio. Necesidad de conocer el grado de afectacio´n y recuperacio´n de la funcio´n neurolo´gica y la calidad de vida. Evaluacio´n a medio y largo plazo

PET: positron emission tomography («tomografı´a por emisio´n de positrones»). Fuente: Kamb53.

condiciones experimentales controladas no es un feno´meno biome´dico genuinamente humano persiste. Igualmente, la creencia de que las diferencias entre especies son solo de tipo cuantitativo (peso, a´rea de superficie, tasa metabo´lica, etc.), y no cualitativo, pasa por alto las diferencias evolutivas resultantes tanto a nivel de complejidad como de organizacio´n3. A modo de resumen La experimentacio´n animal ha representado uno de los instrumentos fundamentales para el conocimiento de la fisiologı´a humana y el desarrollo de intervenciones me´dicas. Correctamente ˜ a un papel u´til, especialmente ejecutada e interpretada, desempen si se integra en lı´neas de investigacio´n clı´nicamente relevantes. La situacio´n actual de la experimentacio´n animal ilustra un dilema de la investigacio´n biome´dica: esta´n olvidando algunos de sus exponentes su objetivo u´ltimo de mejorar la salud y corren el riesgo de futilidad, autocomplacencia y despilfarro?14. Esta´ comenzando a predominar el solipsismo investigador y unos objetivos alejados de la curiosidad intelectual genuina o de la finalidad explı´cita de mejorar la salud humana?10. A la visio´n unidireccional de la generacio´n del conocimiento ˜ a(ba´sica/laboratorio/animales ! aplicada/clı´nica/humanos) se an den otros problemas. El primero hace referencia a la validez externa de los modelos. Esta validez es y sera´ siempre cuestionable, aunque el reconocer esta limitacio´n teo´rica de la experimentacio´n animal no significa negar sus logros ni su posible valor. Hay caminos para alcanzar conocimiento u´til en clı´nica que no pasan por la experimentacio´n animal16, pero sin duda esta puede, en situaciones precisas, ser la mejor vı´a existente, siempre que se acepte la incertidumbre que conlleva y se actu´e en consecuencia. El segundo problema es de orden social. Sorprende, frente al llamativo incremento de la experimentacio´n animal, la elevada frecuencia de trabajos con insuficiencias metodolo´gicas y el retraso en aparecer recomendaciones para su mejora. Esto cuestiona el prestigio desorbitado de este tipo de investigacio´n, tan favorecida por la hipe´rbole de algunos medios de comunicacio´n, en el marco de la innovacio´n terape´utica. Ambos problemas exigen una mayor actitud crı´tica sobre una actividad con evidente potencial de utilidad, pero que, no excepcionalmente, puede llevarse a cabo sin el rigor debido. Esta actitud de mayor exigencia crı´tica deberı´a ser tanto interna, de los propios investigadores y de los CEEA, como externa, en los ?

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entre modelos animales y humanos, pero sı´ que encontrarla es un reto. Este reto resulta ma´s marcado al pretender establecer modelos animales de enfermedades siste´micas o cro´nicas humanas y donde mu´ltiples estı´mulos y factores causales no compartidos, que pueden interaccionar, intervienen56. En todo caso sı´ es cierto que tales modelos pueden identificar vı´as fisiolo´gicas que tambie´n pueden estar presentes en los humanos57. A medida que el conocimiento del genoma avance, ma´s manifiestas sera´n las diferencias entre especies y dentro de una misma especie. La distancia en la escala evolutiva exacerba estas discrepancias. El organismo modelo ma´s utilizado, el rato´n, divergio´ de la especie humana hace entre 75-100 millones de ˜ os, y el nuevo organismo modelo de moda, el pez cebra, hace an ˜ os56. Aunque se afirme la semejanza gene´tica 450 millones de an entre los roedores y los humanos, no deberı´an soslayarse las diferencias a distintos niveles (epigene´ticos, transcripto´micos, proteo´micos y metabolo´micos)52, ası´ como en el medio en el que el organismo interacciona constantemente. Las similitudes cualitativas son difı´ciles de sustentar a medida que la divergencia evolutiva se aleja49, y de ahı´ la dificultad de realizar extrapolaciones entre especies muy alejadas evolutivamente. En los sistemas complejos, la linealidad del determinismo causal y las explicaciones reduccionistas y mecanicistas quedan en entredicho41. Los bio´logos moleculares son conscientes de los lı´mites de la simplificacio´n que supone la reduccio´n de los feno´menos biolo´gicos a la diseccio´n y examen de sus partes constituyentes. El crecimiento exponencial de las «o´micas» y el incremento, no menos notable, del poder computacional, revelan esta complejidad extraordinaria58. Los sistemas complejos muestran propiedades emergentes que surgen por la interaccio´n de los componentes internos y su relacio´n con el medio externo, tienen niveles jera´rquicos de organizacio´n donde niveles superiores influyen en los inferiores, y disponen de estructuras redundantes y sistemas de regulacio´n dina´micos con mu´ltiples mecanismos de retroalimentacio´n. Por estas razones los sistemas complejos esta´n regidos por vı´as causales no lineales y formas de autoorganizacio´n que permiten una mejor interaccio´n y adaptacio´n al medio externo, que tambie´n pueden modificar de acuerdo con sus necesidades58–60. Curiosamente, el paradigma fisiolo´gico mecanicista de Bernard sigue presente en el siglo XXI, ası´ como el desde´n por las diferencias evolutivas entre especies. De hecho, la creencia de que cualquier feno´meno que no pueda ser reproducido en animales bajo

Co´mo citar este artı´culo: Pons JMV, et al. La experimentacio´n animal y el progreso de la medicina. Med Clin (Barc). 2014. http:// dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2014.03.021

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organismos reguladores e implicados en la gestio´n y financiacio´n de tan costosas actividades, ası´ como en las revistas cientı´ficas. No deberı´a darse por supuesto que en todo tipo de experimentacio´n animal sobre procesos patolo´gicos, la eventual, hipote´tica y remota innovacio´n me´dica que se pueda derivar es, por su simple declaracio´n, una justificacio´n del esfuerzo y coste del proceso. Solo la experiencia clı´nica demuestra la verdadera utilidad y los riesgos de una intervencio´n terape´utica, aunque su introduccio´n requiera la experimentacio´n animal. Mientras en la biologı´a siempre se ha buscado el modelo animal que mejor permita testar hipo´tesis y responder a la pregunta de investigacio´n, la medicina tiene un u´nico modelo que no se puede obviar ni sustituir: los seres humanos. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningu´n conflicto de intereses. Agradecimientos Al Servicio de Bienestar Animal (S. G. de Productos Ganaderos) del Ministerio de Agricultura, Alimentacio´n y Medio Ambiente, por los datos aportados de 2012. A los colegas y amigos que en su momento revisaron una versio´n previa de este manuscrito, alguna de ellas muy crı´tica: Antoni Trilla, Jaume Bertranpetit, Antoni L. Andreu y Carlos Alonso Bedate. El contenido y expresiones de este artı´culo corresponden a los autores del mismo y en ningu´n caso pueden interpretarse como provenientes de las organizaciones donde trabajan. Bibliografı´a 1. Orlons B. In the name of science: Issues in responsible animal experimentation. New York (USA): Oxford University Press; 1993. 2. Bernard C. Introduccio´ a l’estudi de la medicina experimental. Barcelona: Edicions Cientı´fiques Catalanes; 1983. 3. LaFollette H, Shanks N. Animal experimentation: The legacy of Claude Bernard. International Studies in the Philosophy of Science. 1994;8:195–210. 4. Monamy V. Animal experimentation: A guide to he issues. 2nd ed. New York (USA): Cambrigde University Press; 2009. 5. The ethics of research involving animals. London (United Kingdom): Nuffield Council on Bioethics; 2005. 6. Real decreto 53/2013, de 1 de febrero, por el que se establecen las normas ba´sicas aplicables para la proteccio´n de los animales utilizados en experimentacio´n y otros fines cientı´ficos, incluyendo la docencia. Boletı´n Oficial del Estado (BOE), nu´m. 34, de 08/02/2013. p. 11370–421. 7. Science, Medicine and Animals. Washington (USA): National Research Council of The National Academies; 2004. 8. Rowan A. The benefits and ethics of animal research. Sci Am. 1997;276:79–93. 9. Matthews RA. Medical progress depends on animal models - Doesn’t it? J R Soc Med. 2008;101:95–8. 10. Horrobin DF. Modern biomedical research: An internally self-consistent universe with little contact with medical reality? Nat Rev Drug Discov. 2003; 2:151–4. 11. Henderson VC, Kimmelman J, Fergusson D, Grimshaw JM, Hackam DG. Threats to validity in the design and conduct of preclinical efficacy studies: A sytematic review of guidelines for in vivo animal experiments. PLoS Med. 2013;10: e1001489. 12. Ross C, Devol AB, Yeo B. The global biomedical industry: Preserving U. S. Leadership. Santa Monica, CA (US): Milken Institute; 2011. 13. Van der Worp HB, Howells DW, Sena ES, Porritt MJ, Rewell S, O’Collins V, et al. Can animal models of disease reliably inform human studies? PLoS Med. 2010;7:e1000245. 14. Chalmers I, Bracken MB, Djulbegovic B, Garattini S, Grant J, Gulmezoglu AM, et al. How to increase value and reduce waste when research priorities are set. Lancet. 2014;383:156–65. 15. Persson CG, Erjefalt JS, Uller L, Andersson M, Greiff L. Unbalanced research. Trends Pharmacol Sci. 2001;22:538–41. 16. Pons JM, Rodes J, Andreu A, Arenas J. La olvidada investigacio´n clı´nica. Med Clin (Barc). 2013;140:325–31. 17. Mittra I. Why is modern medicine stuck in a rut? Perspect Biol Med. 2009;52:500–17. 18. Rees J. The fundamentals of clinical discovery. Perspect Biol Med. 2004; 47:597–607.

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